El monje y el samurai (cuento zen)





En una ocasión, un samurai fuerte y corpulento fue a ver a un pequeño monje.
-Monje- dijo con el tono de quien está acostumbrado a la obediencia inmediata- enséñame acerca del cielo y el infierno.
El monje observó de arriba abajo al poderoso guerrero y le respondió con profundo desprecio.
-¿Enseñarte acerca del cielo y el infierno? No te podría enseñar nada. Eres sucio, hueles mal, tu espada está oxidada. Eres un desgraciado, una vergüenza para los otros samurais. Apártate de mi vista. No puedo soportarte.
El samurai se puso furioso. Se crispó, se le encendió el rostro y enmudeció de rabia. Desenvainó la espada y la levantó sobre él, preparándose para dar muerte al monje.
-Eso es el infierno- dijo entonces el monje tranquilamente.
El samurai se quedó desconcertado. La compasión y entrega de ese pequeño hombre, dispuesto a ofrecer su vida para darle esa enseñanza y mostrarle el infierno, le conmovió. Lentamente fue bajando la espada, lleno de gratitud y de repente muy tranquilo.
-Y eso es el cielo- dijo el monje apaciblemente.





2 comentarios:

Lola Sierra Márquez dijo...

Muy bueno.
Si nos escucháramos más, seríamos un poquito más sabios, ya que las respuestas casi siempre se encuentran en nuestro interior

Unknown dijo...

El silencio es csiempre mas fuerte que las palabras.