Esta variedad de fruto, procedente de la Polinesia, tiene
innumerables beneficios para la salud, los cuales han sido comprobados por los
nativos del lugar desde hace 2.000 años. Entre otros atributos previene y trata
infecciones, mejora el aspecto de la piel y es un poderoso analgésico natural.
Con la palabra “noni” se denomina en idioma hawaiano a la
variedad Morinda Citrofolia. Desde tiempos remotos ha sido empleada por los
nativos de la Polinesia, para tratar diversos problemas de salud. Se
caracteriza por ser una planta de hojas perennes, cuyo tamaño puede ser tanto
el de un pequeño arbusto como el de un árbol de entre 6 y 10 metros de altura.
Comúnmente se la llama “planta errante”, ya que cada una de sus semillas tiene
adherida una especie de “bolsa” de aire que le permite viajar por el agua
durante meses, pudiendo desplazarse de una isla a otra.
El fruto del noni tiene el tamaño de una patata mediana, con
forma poligonal. Su textura es grumosa, con una cáscara cerosa y traslúcida,
con una color que puede variar entre el verde y el negro. Cuando está maduro,
tiene un aroma y un sabor muy particular, que puede definir como “rancio”.
Como su sabor es muy fuerte y rancio, lo mismo que el aroma
que desprende, se vende en forma de zumo o en cápsulas. Ambas presentaciones,
que se pueden adquirir en farmacias o tiendas de productos dietéticos,
conservan intactas todas las propiedades medicinales.
Esta planta es rica en proxeronina y proxeroninasa. Al
ingerir su fruto, estos dos componentes llegan al intestino, transformándose en
xeronina. Esta sustancia se encuentra presente en el organismo de forma natural
y es la encargada de cuidar la salud celular. Con el paso del tiempo, tiende a
disminuir y las células se van dañando.
Su zumo se puede aplicar también de forma tópica para tratar
algunas afecciones comunes como heridas y picaduras de insectos, dolor de oído,
o en masajes analgésicos.
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